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Homenaje al Cibao. Parte 1

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
lunes 11 de mayo de 2020, 00:34h
“Cuando escribo historias me siento como quien está en su patria, en calles que conoce desde la infancia y entre paredes y árboles que son suyos. Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero siempre historias, cosas donde la cultura no tiene nada que ver, sino solamente la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta la muerte”. Natalia Ginzburg.
  • La verdad no puede ser organizada. Si un ángel conocido les dijera que podrían tener cualquier cosa que quisieran para este lugar cibaeño tan hermoso, que es Santiago de los Caballeros, ¿qué le pedirían?-
  • Agua potable, luz permanente, el asfaltado de sus calles, polos de desarrollo provinciales, ciudades con peatones, una nueva cultura, una mente nueva-
  • Cuando ese ángel vino aquí, al Cibao Central en Junio de 1959, hace 60 años, con un rifle en la mano, para derrocar a la tiranía de Trujillo, la intención era establecer lugares para la iluminación del hombre común y corriente. ¿está ello ocurriendo aquí, en el 2020?
  • Admitimos que no está ocurriendo eso-
  • ¿Es, entonces el Valle del Cibao, exactamente igual que el mundo de afuera? Se ha dicho que la región del Cibao era un microcosmos, donde teníamos los mismos problemas en una escala menor- Respondan con cuidado, dijo el ángel. “El mundo de afuera es guerra, resentimiento profundo, rivalidad, envidia, contaminación. ¿Tienen estas cosas aquí, en el Cibao? ¿Dentro de ustedes? ¿En vuestros cerebros?
  • Contestamos que sí, que si bien estas cosas no estaban tan activas en nosotros, las semillas se encontraban ahí y que “si la situación se daba, también nosotros podríamos ser capaces de obrar así”-

Entonces el ángel conocido nos preguntó si podríamos extirpar todo eso. “Si lo extirpáramos, ¿el ángel nos daría lo que quisiéramos?: ¿agua potable, luz permanente, el asfaltado de las calles, una nueva cultura, ciudades con peatones, una mente nueva, polos de desarrollo en las provincias?
  • Dijo sencillamente: “Sí”-.

Entonces el ángel pasó su mano de sabio por su cabeza y razonó: ”El hombre cibaeño no es todavía la medida de sí mismo”. El conocimiento no ha cambiado psicológicamente al hombre. ¿El conocimiento es un obstáculo para el escuchar? ¿Admitirían ustedes eso?
  • Creo que sí. Aquí como en el resto del mundo, el conocimiento es tan grande que impide escuchar. Es más bien una fuente de temor. Nunca hemos sido más educados que en la actualidad. Nunca hemos tenido más conocimientos que ahora. Sin embargo, todos los países, los ricos y los pobres, sufren del mismo problema. No escuchan, somos mundialmente sordos. Nos sobran conocimientos, pero no somos suficientemente libres.

El conocimiento no ha cambiado psicológicamente al hombre y sólo ha conducido hacia el mundo de la libertad de forma tenue, como si el hombre fuese el enemigo del hombre. Vivimos en el siglo XX1 en un mundo casi sin estadistas.
  • Palabras de un cibaeño panfletero, que se jugó la vida por la libertad en el 1960 y que aún vive milagrosamente: “Los hombres inventaron el Estado y este se robó el invento. Desde siempre, primero con un Estado colonial, luego propio, la lucha ha sido para ver si es posible civilizar y humanizar al Estado. Al hombre le interesa la libertad y la verdad, al Estado le interesa el control. Cuando un hombre conquista el Poder, él a su vez, se comporta como un invasor, como un extraterreste.

La función vital del ciudadano es defenderse de ese conquistador. Es el círculo vicioso del bochorno universal. Y algo más doloroso, que es el más grande secreto de Estado: desde entonces el ciudadano ha fracasado, pero eso hay que callarlo porque si se sabe, será público el descrédito ciudadano. Cuantas veces ha querido serlo, de lo desconocido cae un rayo y lo fulmina…

Al hombre le han permitido ser comerciante, poeta, volatinero, filósofo, héroe, inventor y hasta astronauta, pero no le han permitido ser ciudadano. La ciencia, a pena de muerte, no está autorizada a crear el pararrayo pro-ciudadano.

El Estado solo le tolera al hombre como peón, como “yes man”, carne de cañón o contribuyente. Le da el título de ciudadano, el diploma, pero vacío. Se burla dándole dándole constituciones solemnes, rimbombantes, floridas, con encajes, con marcos de oro y fachadas de lujo, pero huecas…solo le da la cesta, la caja para meter el engaño en un ataúd. Después de 500 años de “civilización” europea, solo tenemos que repetir las palabras legendarias del Señor:

“¿Dios mío, Dios mío, por qué nos has abandonado?”

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