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Domingo y Barenboim "alinean" a Macbeth en pleno estreno alemán en el Mundial

Por Agencia EFE
martes 19 de junio de 2018, 03:56h
Mientras miles de aficionados seguían lo que luego se convirtió en derrota del combinado germano ante México, en la renovada Staatsoper unter den Linden Domingo, Barenboim y la soprano rusa Anna Netrebko se "alineaban" en la nueva versión del clásico de Verdi.
Berlín.- El cantante Plácido Domingo y el director Daniel Barenboim protagonizaron hoy en Berlín una nueva producción de "Macbeth" que la Staatsoper presentó consciente de que competía con el estreno alemán en el Mundial de fútbol.

Otros miles siguieron el estreno desde el exterior del teatro en un fin de semana de eventos al aire libre que comenzó el sábado con un concierto sinfónico dirigido por Barenboim y que entre el sábado y el domingo congregó a unas 62.000 personas, según la Staatsoper.

De esta versión de la décima ópera compuesta por Giuseppe Verdi cuando este contaba 34 años y que estrenó en 1847 se hace responsable el berlinés Harry Kupfer en la dirección escénica y Barenboim dirigió en el foso a la Staatskapelle berlinesa.

Recibida con aplausos y con "bravi" en algunos, pocos, momentos, la nueva producción berlinesa recupera a Domingo para Macbeth en su nueva etapa vocal como barítono y exhibe la fuerza interpretativa de la soprano rusa, una Lady Macbeth digna que el público apreció.

Fue el tenor italiano Fabio Sartori, en el papel de Macduff, el que conquistó al público de la Staatsoper, que premió en los saludos la interpretación del cantante.

No hubo abucheos, aunque la versión de Kupfer fue saludada solo de manera cortés en la ópera berlinesa.

La obra verdiana narra la ambición desmesurada de Macbeth, noble escocés, por llegar al trono, y para ello, con ayuda de su mujer Lady Macbeth, no tendrá problemas de conciencia para recurrir al crimen y a la crueldad.

La versión que Kupfer entregó hoy se sitúa en un tiempo indeterminado aunque se aprecian referencias que tanto podrían hacer pensar en los años treinta del siglo pasado como en un futuro de posguerra nuclear.

Kupfer aprovecha para situar en ese tiempo indeterminado una de las situaciones más polémicas y que enfrenta a los berlineses con la paradoja de vivir en el país más rico de Europa y que es incapaz de concluir la construcción de su nuevo aeropuerto.

El fondo de la escena en uno de los cuadros de este "Macbeth" es una inmensa fotografía del todavía por estrenar nuevo aeropuerto berlinés, le acompaña una enorme pala de excavadora, presagio quizás del final que algunos proponen para el tremendo fiasco de la infraestructura.

Paradoja, o no, de la nueva producción es que la aloje el renovado teatro de Unter den Linden, reabierto hace solo unos meses tras cuatro años de retraso en la inauguración y que costó 400 millones de euros, casi el doble de lo presupuestado inicialmente.

El castillo de Macbeth aquí se asemeja más al vestíbulo de un hotel alojado en un rascacielos o a la entrada de un edificio de oficinas; Lady Macbeth pincha los tacones de sus "stiletto" en un sofá chester blanco impoluto y Netrebko se exhibe tumbada sobre su respaldo: la voz le sale como si estuviera de pie.

Netrebko es, sin embargo, básicamente lo que no quería Verdi para su Lady Macbeth: "Yo quisiera que Lady Macbeth no cantara", dijo el compositor sobre la idoneidad en su tiempo para el papel de la italiana Eugenia Tadolini, a la que el autor reconocía que tenía "una voz estupenda, clara, límpida, poderosa".

Verdi pedía una "voz diabólica" para su Lady Macbeth, atributo que quizás no se encuentra todavía en la soprano rusa, considerada sin duda una de las cantantes más apreciadas en estos momentos y cuya voz se ha comparado a la de Maria Callas.

Netrebko ha cosechado, sin embargo, buenas críticas por el mismo papel a principios de esta temporada en Londres y antes la había protagonizado con éxito para la Metropolitan Opera de Nueva York y para la Bayerische Staatsoper.

Para Domingo tampoco la de Berlín es la primera vez en el papel: ya lo ha hecho en la Ópera de Los Angeles y anteriormente en la misma Staatsoper berlinesa; el público le recompensó con "bravi" y flores sobre el escenario en los saludos.
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