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Homenaje de J. Krishnamurti

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
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jueves 15 de marzo de 2018, 03:38h
Krishnamurti
Krishnamurti (Foto: Fuente externa)
“Cuando escribo historias me siento como quien está en su patria, en calles que conoce desde la infancia y entre paredes y árboles que son suyos. Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero siempre historias, cosas donde la cultura no tiene nada que ver, sino solamente la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta la muerte”. Natalia Ginzburg
  • La verdad no puede ser organizada. Si un ángel conocido por todo el pueblo les dijera que podrían tener cualquier cosa que quisieran para este lugar cibaeño tan hermoso, que es Santiago de los Caballeros, ¿qué le pedirían?-
  • agua potable, luz permanente, el asfaltado de sus calles, una nueva cultura de paz, una mente nueva-
  • Cuando ese ángel conocido vino aquí, al Cibao Central el 14 de junio de 1959, hace 59 años, con un rifle en la mano, para derrocar a la tiranía de Trujillo, la intención era establecer lugares para la iluminación del hombre común y corriente. ¿está ello ocurriendo aquí, en el 2018?
  • Admitimos que no está ocurriendo eso-
  • ¿Era, entonces el Valle del Cibao, exactamente igual que el mundo de afuera?
  • Se ha dicho que el Cibao era un microcosmos, donde teníamos los mismos problemas en una escala menor-.
  • Respondan con cuidado, dijo el ángel. “El mundo de afuera es guerra, resentimiento profundo, rivalidad, envidia, contaminación. ¿Tienen estas cosas aquí, ahora, en el Cibao? ¿Dentro de ustedes? ¿En vuestros cerebros?
  • Contestamos que, si bien estas cosas no estaban tan activas en nosotros, las semillas se encontraban ahí y que “si la situación se daba, también nosotros podríamos ser capaces de obrar así”-
Entonces el ángel conocido nos preguntó si podríamos extirpar todo eso.
  • “Si lo extirpáramos, ¿el ángel nos daría lo que quisiéramos?: ¿agua potable, luz permanente, el asfaltado de las calles, una nueva cultura de paz, una mente nueva?
  • Dijo sencillamente: “Sí”-.
Entonces el ángel pasó su mano de sabio por su cabeza y razonó:”El hombre cibaeño no es todavía la medida de sí mismo”. El conocimiento no ha cambiado psicológicamente al hombre. ¿El conocimiento es un obstáculo para el escuchar? ¿Admitirían ustedes eso? Creo que sí. Aquí como en el resto del mundo, el conocimiento es tan grande que impide escuchar. Es más bien una fuente de temor. Nunca hemos sido más educados que en la actualidad. Nunca hemos tenido más conocimientos que ahora. Sin embargo, todos los países, los ricos y los pobres, sufren del mismo problema. No escuchan, somos mundialmente sordos.

Nos sobran conocimientos, pero no somos suficientemente libres. El conocimiento no ha cambiado psicológicamente al hombre y sólo ha conducido hacia el mundo de la libertad de forma tenue, como si el hombre fuese el enemigo del hombre. Palabras de un cibaeño panfletero santiaguense que se jugó la vida por la libertad en el 1960, en plena tiranía, y que aún vive milagrosamente: “Los hombres inventaron el Estado y este se robó el invento. Desde siempre, primero con un Estado colonial, luego propio, la lucha ha sido para ver si es posible civilizar y humanizar al Estado. Al hombre le interesa la libertad y la verdad, al Estado le interesa el control. Cuando un hombre conquista el Poder, él a su vez, se comporta como un invasor, como un extraterreste. La función vital del ciudadano es defenderse de ese conquistador. Es el círculo vicioso del bochorno universal. Y algo más doloroso, que es el más grande secreto de Estado: desde entonces el ciudadano ha fracasado, pero eso hay que callarlo porque si se sabe, será público el descrédito ciudadano. Cuantas veces ha querido serlo, de lo desconocido cae un rayo y lo fulmina…
Al hombre dominicano le han permitido ser comerciante, poeta, volatinero, filósofo, héroe, inventor y hasta astronauta, pero no le han permitido ser ciudadano. La ciencia, a pena de muerte, no està autorizada a crear el pararrayo pro-ciudadano. El Estado solo le tolera al hombre como peón, como “yes man”, carne de cañón o contribuyente. Le da el título de ciudadano, el diploma, pero vacío. Se burla dándole dándole constituciones solemnes, rimbombantes, floridas, con encajes, con marcos de oro y fachadas de lujo, pero huecas…solo le da la cesta, la caja para meter el engaño en un ataúd. Después de 500 años de “civilización” europea, solo tenemos que repetir las palabras legendarias del Señor:
“¿Dios mío, Dios mío, por qué nos has abandonado?”
  • El ángel conocido nos recuerda a los habitantes del Cibao que el interés fundamental del hombre es la libertad, un estado de espíritu que no se relaciona con algo en especial-como libertad “de”- que es en sí mismo, la base del ser humano. En el atardecer el ángel salió para su último paseo por Sosúa, playa del norte cibaeño. Al terminar su paseo, envió un largo adiós a los cuatro puntos cardinales, haciendo un giro completo –al Este, al Sur, al Oeste, al Norte- en esta solemne despedida que en los antiguos tiempos indúes se conocía como “la vuelta del elefante”.
  • La realidad es contradictoria y el conocimiento impide escuchar. Permanezca dos minutos con esa declaración. El conocimiento, si no escucha atentamente ¿producirá el cambio, la transformación del hombre en su interior, en su conciencia?-
  • Hemos leído una gran cantidad de literatura científica, religiosa, espiritual etc. Eso está registrado en el cerebro y viene usted y hace una declaración. ¿Escucho esa declaración atentamente o escucho y comparo lo que usted está diciendo con lo que ya conozco y, por tanto, no me encuentro realmente en el acto de escucharlo, más que por aproximación, que es casi lo mismo que no escucharlo? Los problemas que afrontamos dejan de existir no por medio de ideales que proyectan un cambio gradual del dolor en felicidad, de la codicia en amor, sino mediante una transformación de la naturaleza del suelo desde donde brota el dolor, en el mismo interior del hombre: en la naturaleza, estructura y dimensión de su ser interior. Ejemplo: la palabra contaminación de la tierra, del aire y del agua simboliza el mal uso de los recursos naturales y de las técnicas. Representa una amenaza para la salud y felicidad de los pueblos en todos los países, amenaza que solo es secundaria en relación con el holocausto atómico. Peor aún: los científicos han ayudado a ello y han conspirado con empresas públicas y privadas para extender por todo el mundo el peligro de la contaminación de la tierra, del aire y del agua así como de la vida vegetal y animal. El medio ambiente está contaminado tanto en las naciones así llamadas democráticas como en las que se denominaban socialistas. Antes aún de que la palabra contaminación se hubiera vuelto tan horrible como hoy se la considera, se había señalado que el origen de la contaminación está en el cerebro del hombre. Por lo tanto, el origen de la contaminación está en el mismo cerebro del hombre, no en otra parte, en la inherente tendencia humana a convertir cada percepción en un dogma, cada revelación en una superstición.
Habíamos confiado crédulamente en que una perspectiva científica y la expansión de los horizontes del conocimiento y de la razón, harían posible que el hombre terminara con la inevitable desdicha de su propia hechura. Jamás habíamos contado con la perversidad del hombre, en su persistencia por estropear sus capacidades y recursos para su propio perjuicio y para la destrucción del bienestar humano. Olvidamos que el hombre ha tenido tres tipos de cerebros: 1) El reptil, cerebro cazador, que vivió 300 millones de años. 2) El emocional, cerebro que nos condujo a las artes, a las ciencias, a los idiomas, durante cien millones de años. 3) Y el cerebro moderno, informático con apenas trescientos años.

El significado psicológico de los científicos modernos por un nuevo orden social era el de despertar el potencial humano capaz de crear un mundo donde cada ser humano pudiera tener una oportunidad de florecer en la bondad, donde pudiera tomar conciencia de la fragancia latente en él mismo. Pero la ciencia no pudo ni debió olvidar que la naturaleza humana, además de científica es también depredadora…El hombre, el ser humano, es el gran depredador del planeta y no ha olvidado, no supera aún su período de cerebro reptil de hace 300 millones de años.
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