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El desarrollo es de largo plazo

Por Antonio Sánchez Hernández
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miércoles 17 de enero de 2018, 15:23h
Solo habrá desarrollo en nuestro país, cuando seamos capaces de tener un plan nacional de desarrollo de largo plazo. Yo no conozco ningún país que haya salido del subdesarrollo, que no haya tenido planes de largo plazo. Ni Inglaterra, ni Estados Unidos, ni Francia, ni Alemania, ni Japón. Ninguno de los 34 países hoy desarrollados ha podido obviar la creación de planes de largo plazo. Todos han visualizado su presente a 20 años, a 30 años y han establecidos metas para conquistar espacios futuros, realistas.

Los problemas dominicanos principales todos los conocemos: escasez energética, educación deficiente, sobre todo en la parte alfabeta, que no está creando destrezas suficientes: ni laborales, ni artísticas, ni musicales, ni idiomáticas, ni deportivas en la juventud, que son destrezas centrales que persigue cualquier sistema educativo. Salud deplorable. Deforestación de las cuencas hidrográficas, sobre todo de las cuencas donde están ubicadas nuestras presas, nuestros canales de riego, nuestros acueductos: el agua, vital para vivir. La frágil independencia de los poderes del Estado, a pesar de tener un Estado formalmente establecido desde 1844.

No hay separación clara de esos poderes y las rencillas entre los mismos es permanente. Por lo tanto, no podemos garantizar a la ciudadanía y a las empresas, instituciones sólidas, instituciones de prestigio, confiables en lo cotidiano. Carecemos de un plan tecnológico pensado para nuestras empresas y universidades. No estamos pensando en la creación de tecnología en R.D., a pesar de que tenemos mercado, de que tendríamos muchas oportunidades de producir tecnología, sobre todo intangible.

Se llega al punto en que el Estado aísla incluso al turismo, nuestro principal polo de desarrollo, nuestro mejor recurso nacional, de las necesarias obras de infraestructura: acueductos, sistemas de aguas negras, carreteras, ecosistemas. Todo se resume en que no hay un plan de largo plazo, con prioridades definidas. Todos los factores mencionados deben ser recogidos en un plan de largo plazo.

¿Por qué? Porque debido a esas carencias y a esas debilidades sectoriales, los sectores económicos del país, tanto de bienes como de servicios, están afectados de manera permanente. La carencia de un plan de desarrollo que abarque estos problemas críticos de la economía dominicana, y las presiones desde el exterior, nos obligan a organizar el país en todas las provincias, para poder insertarnos con éxito, ante el planteamiento actual de la globalización. En tal sentido, cada provincia del país debe organizarse a largo plazo, con presupuesto propio, a través del concepto de polos de desarrollo provinciales, tal cual ha sido propuesto por tres premios nóbeles de economía: Francois Perroux, John Friedman y Jean Tinbergern.

La casa nacional de nuestra economía no está en orden. A tal punto que es muy difícil encontrar gente en instituciones públicas y privadas que visualicen su presente en el largo plazo. A pesar de ser nuestra única opción.

Cada provincia debe detectar cuales son sus industrias principales. Por industrias principales se entienden aquellas cuyo crecimiento o expansión es más rápida que las demás industrias de la zona.

¿Cómo identificar esa expansión? A partir de cuatro criterios: 1) Que consuma materia prima abundante de la provincia. 2) Que los empleos e ingresos que genere esa industria crezcan más rápido que los empleos e ingresos de las demás industrias de la provincia. 3) Que sea capaz de abastecer el mercado nacional. 4) Que sea rentable y capaz de tener cuantiosos excedentes exportables.

Una vez se identifican estas industrias principales en cada provincia, pasaríamos a crear complejos industriales o industrias de derivados, que serían todas aquellas empresas derivadas surgidas de la industria principal.

Ejemplo: turismo y derivados, zonas francas y derivados, ganadería y derivados, vegetales y derivados, pesca y derivados, foresta y derivados, industria de la construcción y derivados, etc. Esas industrias derivadas deben ser abastecidas por empresas de servicios, de manera que creen polos de desarrollo de largo plazo en cada provincia del país. Esas empresas de servicios son: educativas, salud, viviendas, comercios, bancos, transportes, comunicaciones, turismo y servicios municipales.

Aprovechemos el hecho de que tenemos dos décadas con estabilidad macroeconómica, que ha significado baja inflación y altos niveles de crecimiento del producto. Aprovechemos que podríamos tener una nueva concepción de la importancia de un ambiente económico general de estabilidad, fruto de unas finanzas públicas más sanas. Aprovechemos que podríamos estar en un proceso práctico de una profunda definición del tamaño y del papel de Estado. Que disponemos de una diplomacia más activa que se sustenta en una nueva valoración del comercio internacional. Que disponemos de un sector privado cada vez más pujante y un sector de servicios en plena expansión.

Como fardo negativo tenemos tres factores a vencer: 1) El peso excesivo de la deuda externa, con un pago de intereses equivalente a la mitad del presupuesto. Insuficiencia de inversión directa de capital extranjero. 3) Pobres esfuerzos, tanto del sector público como del privado, en el fomento de las exportaciones de la industria y agropecuaria nacional. Debemos definir políticas claras en el sector productivo de bienes industriales y agropecuarios. Esas políticas servirían de marco general para invertir una suma considerable del PBI en la creación de excedentes exportables, hacia los mercados europeos, latinoamericanos y América del Norte.

Pensemos en los mercados externos como la solución de la industria y agropecuaria, como una opción del desarrollo provincial. Productos tales como el acero, el mármol, materiales de construcción, muebles, productos químicos, calzados, cemento, varillas, pinturas, por solo mencionar algunos, pueden ser exportados hacia Centroamérica y el Caribe. Productos agropecuarios, tales como cítricos, arroz, habichuelas, tabaco, café, cacao, pollos, huevos, ajo, cebollas, flores etc. Son susceptibles de ser exportados en la misma dirección y otras direcciones.

Un país como la R.D. puede ser pequeño, tener poca población y pocos recursos, pero si puede ampliar considerablemente sus mercados externos va a tener escalas productivas más altas, y en ese sentido podrá distribuir sus costos fijos en más unidades. Los éxitos señalados en una estabilidad macroeconómica y un alto crecimiento anual del producto bruto interno serán imanes para atraer capital internacional. Si a esto sumamos una inversión considerable en la creación de excedentes exportables, paliaremos de forma considerable los factores negativos: la deuda externa y la insuficiencia de capitales internacionales. Es cuestión de tiempo y de planificar el desarrollo provincial a largo plazo, con presupuesto propio.

En ese proyecto de largo plazo las universidades deben ser incorporadas de forma dinámica en el área de formulación y evaluación de proyectos. Si somos capaces de organizar las universidades en torno a la investigación y el desarrollo, de crear una visión multidisciplinaria en el campo de la investigación universitaria, de crear sólidos sistemas de investigación en cada universidad dominicana, tanto en el aspecto social y humanístico, en el aspecto tecnológico y en el aspecto biológico y de la salud, humana y animal, podríamos garantizar la creación de recursos humanos de alta calidad nacional e internacional. Para que la docencia sea mejor y las empresas puedan recibir servicios reales.

El desarrollo programado de nuestra economía puede ser una palanca determinante en la reorganización de nuestra vida política e institucional. Si el sector privado y el Estado logran establecer un punto de coincidencia a través de un plan de desarrollo de largo plazo, muchos de nuestros folklores cotidianos, la política incluida, pueden ser superados en muy corto tiempo. Lo más importante, es la incorporación de las comunidades de las provincias en su propio desarrollo, como lo demostró el sacerdote canadiense Luis King en la comunidad de Ocoa, pero esta vez de cara al mundo, a través de polos de desarrollo provinciales.
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