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Marco Enríquez-Ominami.
Marco Enríquez-Ominami.

Marco Enríquez-Ominami: nunca he estado tan cerca de ganar como ahora

Por EFE
viernes 17 de noviembre de 2017, 12:43h
El líder del Partido Progresista de Chile, Marco Enríquez-Ominami, quien el próximo domingo se presenta por tercera vez como candidato a la Presidencia de la República, está convencido de que "nunca he estado tan cerca de ganar como ahora".
Santiago de Chile.- "Tengo hambre de ser presidente y voy a ganar (...), hoy día soy, por lejos, el líder más preparado para enfrentar a una derecha que va arriba en Chile, pero también en Argentina, Brasil, Paraguay, Colombia, México o España", asegura el hijo del fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez, abatido en 1974 en un enfrentamiento con agentes de la dictadura militar.

"Sí, los progresistas estamos desafiados, pero también somos capaces de ganar si no rehuimos la agenda que nos impone la derecha: la delincuencia, el narcotráfico y la economía", recalca el candidato progresista, quien está convencido de que "la inmigración, si se planifica, puede ser una enorme oportunidad".

Con 44 años, Enríquez-Ominami es el más joven de los ocho aspirantes a La Moneda, y según destacó en entrevista con Efe, también es el que cuenta con más experiencia electoral.

La primera vez que se presentó, ME-O rompió el binomio electoral entre las dos grandes coaliciones y obtuvo el 20 % de los votos, lo que en la práctica supuso la derrota de la Concertación y allanó el camino a La Moneda del candidato derechista, Sebastián Piñera.

En 2013, su respaldo electoral descendió al 10 %. Ahora está seguro de "cautivar el corazón de los chilenos para que el Ejecutivo sea progresista".

"No me cabe ninguna duda de que de las tres elecciones, esta es la única en la que realmente podemos ganar", afirma el líder del Partido Progresista, quien asegura estar por delante de la abanderada de la coalición izquierdista Frente Amplio, Beatriz Sánchez, y del aspirante oficialista, el senador Alejandro Guillier, cuya candidatura "va en retroceso", sostiene.

Pero su llamamiento a los otros sectores de izquierda para enfrentar unidos la candidatura de Sebastián Piñera, que encabeza los sondeos electorales, no ha obtenido la respuesta que esperaba.

"Ha costado que los vetustos líderes entendieran que la unidad no se logra simplemente con símbolos, sino con actos", afirma.

Considerado en su momento como un recién llegado que rompió con la clase política, la suya "es hoy una fuerza de resistencia, programática y propositiva que desafía a una derecha que va al alza", enfatiza.

De Piñera opina que "es un mentiroso crónico, un economista que no sabe de Economía", y de Guillier, que "es un candidato que no entiende de qué se trata la Presidencia de la República", porque dos semanas antes de los comicios "aún no había presentado su programa de Gobierno".

"Chile es la Corea del Norte del capitalismo, Chile no tiene una democracia participativa, sino una democracia representativa fiduciaria. Estamos en una situación inédita de la democracia chilena", advierte.

"Estamos secuestrados por los bancos", manifiesta Marco Enríquez-Ominami, quien en materia económica propone aumentar el salario mínimo a 300.000 pesos (unos 480 dólares), eliminar el impuesto a las pymes que reinviertan beneficios y gravar con una tasa del 40 % el patrimonio de las personas "súper ricas" y del 35 % a las grandes empresas.

Y no le teme a bajar el gasto en armamento un 25 %, subir un 1 % el IVA de artículos y servicios que no sean de primera necesidad ni culturales, y que el Estado chileno se endeude hasta un 25 o 30 % del PIB para financiar programas contra la pobreza, en contra de la ortodoxia de los economistas conservadores.

Y para sumar los 4.500 millones de dólares del paquete fiscal que figura en su programa, también apuesta por gravar las exportaciones de la gran minería del cobre y aplicar un canon a las empresas eléctricas.

Admite que "si vota poca gente, Piñera puede ganar en primera vuelta", y frente a eso llama a "los pobres, los discriminados, la clase media a ponerse de pie" para dar lo que denomina "la sorpresa chilena".

Defensor del legado de la presidenta Michelle Bachelet, cuyas reformas estructurales defiende desde un posicionamiento crítico, y de quien elogia el impulso a la educación pública gratuita, la ley del aborto, la propuesta de matrimonio entre personas del mismo sexo y el cambio del modelo fiscal.

"Si eso no se llama progresismo, ¿cómo se llama?", se pregunta Enríquez-Ominami, quien está convencido de que con un eventual Gobierno suyo, Chile crecería al 3 % y mejorarían las relaciones con los vecinos del norte creando una "macrozona" de integración con Perú y Bolivia. Manuel Fuentes/ EFE
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