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¿El peor aliado para la Guerra ?
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¿El peor aliado para la Guerra ?

El peor aliado para la guerra resulta ser...

Por Alfonso M. Becker
“ El engaño debe mantener su proporción frente a la verdad, ante las circunstancias y respecto a los fines pretendidos” Jean Jacques Courtine
Quizás lo más importante que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha aprendido en sus años de espía soviético es que la base dialéctica de la mentira tiene un plano espiritual de disimulo que determina el efecto político. Ocultar a los ciudadanos rusos la verdad no es para el “gran jefe” del Kremlin una bellaquería como podría serlo para esa fuente de cinismo que subyace en el Democratic Party estadounidense, haciéndose pasar sus ilustres dirigentes y sus fanáticos militantes por “izquierda” política cuando todo el mundo sabe que fueron ellos, hace 200 años, los que acuñaron el lacónico aforismo de que “es conveniente ocultar la verdad al pueblo americano por su propio bien”...

Es verdad que para resolver esa incógnita política de hoy, que hace 3500 años era una simple duda para los griegos de la Edad Oscura, hemos tenido que pasar por el padre de la Ciencia Política moderna, Niccolo Machiavelli, en el Renacimiento, y quinientos años después por lo más grandes de la Filosofía Política norteamericana. No extendiéndome mucho, debe conocer el lector que el pueblo no tiene derecho a conocer la verdad porque su naturaleza es mentir, amotinarse, robar en los supermercados, alterar el orden público, prenderle fuego a la ciudad y violar a las monjas de clausura por el morbo que despierta el ir desnudando a la religiosa y apartando las reliquias sagradas antes de meterle mano...

Desde el colapso del mundo micénico (1200 a. C.) ya se intuía -según el estadista del renacimiento italiano, Giovanni Botero- que el fin justifica los medios, pese a quien pese, y guste o no guste si el resultado es salvar a la república… En Della Ragion di Stato, da la razón póstuma a Maquiavelo e intenta ser un poco más “elegante” o “suave” indicando
que da igual defender a la patria con gloria o con ignominia pues de cualquier manera estará defendida… El ejemplo práctico de hoy sería: Si un payaso de la política al servicio de la mafia catalana quiere desintegrar la patria española, Botero, sugeriría su asesinato inmediato y si su muerte puede traer problemas de orden público, el encarcelamiento es lo adecuado… “Pero con el tiempo… que desaparezca es lo más adecuado”…

Es decir, por aquellos tiempos se mataba al traidor… Ahora lo más “humano” es dejarlo vivo, encarcelarlo… y aún así una violenta revuelta organizada por la mafia catalana parece difícil de tratar… Pero la pregunta del millón que se hace el Washington de hoy es ¿cómo se hace eso en una democracia del siglo XXI sin que provoque más disturbios? ¿Cómo puede encarcelar y matar una tiranía como la de Nicolás Maduro ante los ojos de todo el mundo, sin que nadie haga nada por evitarlo y por qué no puede una democracia encarcelar a los que promueven la violencia callejera? , ¿Por qué nadie protesta cuando la oposición rusa ve cómo encarcelan a los suyos o desaparecer en las sombras de la noche sus políticos y -en el mejor de los casos- asesinados? ¿Está España siendo un ejemplo clarísimo de ciertos intereses oscuros para que se desintegre la Unión Europea? ¿Estamos asistiendo al macabro fin de u vieja Europa de amanerados incultos, posmodernos y antisemitas?

Sirva esta introducción para recordar que Washington ha negociado muchos asuntos turbios con Moscú… Entiéndase lo de turbio en geopolítica como relaciones estratégicas de política exterior en busca de objetivos que beneficien a ambos socios. Vladímir Putin se ofreció a colaborar en su día; y -sobre todo- con extrema intensidad tras sustituir a Dmitri Medvédev en la presidencia. Moscú necesitaba ganancias de envergadura porque se le venía encima el gran desastre de la bajada fulgurante de precios en el gas y el petroleo que solo agravaría la crisis económica que arrastra desde hace años. La estrategia del petroleo ya no sirve como en décadas pasadas...

Al Kremlin le venía de perlas recaudar por aquí y por allá con lo mejor que tiene: como una suerte de “mercenario” estatal de cierto prestigio, perfectamente capacitado para ello. Tiene un inmenso arsenal del siglo pasado con armas convencionales obsoletas para una guerra moderna del siglo XXI, pero en determinados escenarios es potencia guerrera contra la que ninguna república islámica y ningún reino mahometano podría competir en Oriente Medio y Vladímir Putin podía representar la llegada del “héroe” para la chusma islamista... La gran oportunidad de una Siria destruida por completo había llegado para que Rusia pudiese restablecer la propiedad casi “privada” y de por vida de varias bases militares junto al histórico fondeadero naval mediterráneo de Tartus.

Es evidente que Rusia está haciendo el trabajo “sucio” que difícilmente puede hacer la Unión Europea, posmoderna y hedonista, que pretende comprarlo todo con dinero, incluso la paz, entre asesinos mahometanos con el cuchillo en la mano… Algo realmente ridículo en los tiempos que vivimos. Tampoco quiere Bruselas pensar en guerras en el delicado momento de “cohesión” europea y con las reformas estructurales a implementar con cierta urgencia. No pueden los burócratas acomodados de Bruselas porque los socios europeos no están preparados para combatir; bien por sus notables carencias militares o bien por el exiguo presupuesto destinados para sus ministerios de la defensa…

La bronca de Donald Trump para que los socios europeos aumenten al 2% del PIB en Defensa, ni siquiera ha provocado sonrojo... Y Washington, que casi llega al 10% del PIB en gasto militar para 2018, ya dejó bien claro tras la última guerra del Golfo Pérsico que el que quisiera beneficios, de entre la coalición occidental o al menos cubrir gastos en una expedición militar, debería ganárselos en el Oriente Próximo… Solo la Francia de François Hollande dio un paso al frente “encargándose” ella solita, de todo el Sahel africano con alguna ayuda miserable de Alemania y algunos transportes aéreos de España y Rusia… Pero fueron los “Antonov” del Kremlin los que realmente colocaron el hardware militar francés en el suelo de la república de Malí.

La escenificación de una nueva guerra fría entre Washington-Moscú es el espectáculo indispensable para que las grandes mentiras lleguen a la ciudadanía en tiempos de guerras que ya han dejado de ser “grandes y espectaculares” acontecimientos para convertirse en conflictos interminables y aburridos destinados a destruir a la violenta y cruel basura mahometana… ¿Cómo se hace eso ahora? La respuesta es bien sencilla haciendo ver al moro todo al revés… Si leen la prensa musulmana verán que Damasco y Teherán creen que Rusia es su entrañable aliado contra Estados Unidos e Israel...

Para poner en escena este gran teatro del mundo, la llamada verdad política debe seguir siendo, como cualquier otro patrimonio en las democracias liberales, una propiedad privada de los políticos y del Estado… Así pensaba el gran Benjamín Disraeli al servicio de la reina Victoria del Reino Unido. Del archifamoso lord Beaconsfield es la frase: “solo el gentleman sabe, por su propia condición y educación, cuando conviene decir la verdad o cuando hay que callarla en política; o al menos disfrazarla”…

Solo tienen que comprobar los lectores de qué pasta están hechos los “opinadores” de la chusma para comprender que las élites saben -desde su educación primaria- que “la masa es crédula, fanática, violenta y miente, por tanto puede y debe ser engañada hasta la saciedad y sin ningún remordimiento político”; porque la mentira es el elemento natural de los incultos, es como el aire viciado que respiran, con título de periodismo ideados para desgraciados de la periferia social. Es la única manera que existe para que los anti-monárquicos, los antijudíos, los que odian a los banqueros, a los empresarios de éxito, “sean gobernados con éxito, por su propio bien con la mentira”… Y así, dejarlos que se mueran de odio y envidia mientras los piojos se lo comen… Los textos victorianos que manejaba Disraeli son -sin lugar a dudas- obras de arte en la filosofía política que todos los estadistas manejan...

Se pueden hacer una idea de las mentiras desplegadas en Siria mientras desaparece para siempre el Gobierno de Bashar al-Assad… El monopolio de la verdad lo tienen las agencias de inteligencia militar de Washington y de Moscú mientras los terroristas mahometanos “comulgan” con las mentiras desplegadas por las dos potencias asociadas en el tablero de guerra sirio… Así se matan muchos pájaros de un tiro, en Ucrania o en el Pacífico; pero sobre todo en Middle East donde los moros recuerdan y añoran a los soviéticos como el contrapeso contra los yankees; y ahora a los rusos de Putin como la única oportunidad que tiene el Islam para destruir al “gran satán” y a Israel…

Es un complejo tablero de guerra, conocido por los expertos como una suerte de juego de la oca en el reino de las mentiras… Un teatro de operaciones militares donde los rusos “analógicos” se desenvuelven perfectamente entre las grandes potencias “digitales” que no intervienen. Solo se estudian con gran detenimiento. Los estrategas militares de China y de Estados Unidos llevan a cabo este juego mientras Rusia y los aliados de Washington van configurando el nuevo mapa del Medio Oriente Ampliado...

Una intervención rusa diseñada para “desintegrar” estados gamberros y poderosos actores no estatales del islamismo más asesino y peligroso, previo desgaste económico y militar de los “santos” guerreros de la Yihad mundial... Por una parte, Moscú cohesiona a su gente en torno a la idea “patriótica” moscovita de luchar contra el terror mahometano que seguirá creciendo y actuando peligrosamente en Rusia si no lo “machaca” el Kremlin, previamente, en Siria… Pero también tiene un serio inconveniente: al igual que en Europa, los asesinos de la Yihad siguen volviendo por miles a Rusia y se espera lo peor.

Todas las tácticas y estrategias son confusas y cambiantes. Sería de ingenuos no entender que en la Siria, totalmente destruida, no ha sido efectiva la mentira geopolítica… Ese arte milenario, dotado de mayor precisión y rigor en este comienzo de siglo, es ya un manual de dominio indispensable para desenvolverse en la sociedad del espectáculo político que ha llegado con una fuerza arrasadora a sustituir a las grandes representaciones religiosas… Esto define filosóficamente que la sociedad occidental ha alcanzado las cotas más altas del espectáculo, mientras moros y persas están aún anclados en la Edad Media… El arte sabio y sutil de la mentira gana todas las guerras.

Donald Trump ha ido de viaje para mostrar el poderío de las alianzas a China. Pero sobre todo para tranquilizar a los aliados de Asia-Pacífico. Estados Unidos no está en decadencia, no más que cualquier otro país… Está previsto destruir Irán darle una última oportunidad a Kim Jong un antes de matarlo junto a sus bombitas atómicas… Eso lo saben todos los políticos del mundo menos los mahometanos… Solo Saudi Arabia intuye que comienza la fiesta…

Ha tenido que llegar el presidente americano más “odiado” por la chusma desinformada para cohesionar a Occidente, aliarse con la mayoría árabe sunní, y sobre todo para escenificar en Vietnam que quiere a Vladímir Putin a su lado en un mundo violento y rodeados de gente pícara y asesina que busca pelea… “We’ve seen this movie before, and it doesn’t end well”… Tal como suena… Todo esto nos hace recordar películas que no terminan bien. Hace casi un año que Donald Trump lo viene diciendo, no solo a sus votantes, no solo al Congreso de los Estados Unidos sino a todos los políticos estadounidenses y europeos: El peor aliado para la guerra, supuestamente Rusia, resulta ser el más capacitado para luchar junto al Pentágono. ¿Es normal que dos potencias asociadas y ganadoras de la Segunda Guerra Mundial pierdan tanto tiempo y dinero en ponerse zancadillas?

Sería mejor aprovechar el dinero de los recursos militares en aligerar la carga económica y dirigir los recursos a remozar las sociedades occidentales y a sus sufridos trabajadores… ¿No es mejor procurar que los ciudadanos rusos, europeos y estadounidenses sean más felices? Ya solo queda pensar como piensan los “sabios” de Washington: que la nueva versión de guerra fría es un ardid demasiado tonto y simplista para engañar… Puedes engañar a un fanático mahometano o a un asesino persa; pero a los chinos no lo engaña nadie… y ellos son el verdadero peligro para Rusia y Estados Unidos.

Donald Trump piensa reunirse con Vladimir Putin para recordarle que hacer “putadas” a los Estados Unidos no es bueno para Rusia… “These stories never have a good ending”… Son las solemnes advertencias de los padres de la Constitución americana. Cambiar la geopolítica por la actividad mafiosa es muy perjudicial para Rusia… Quizás sea la última oportunidad del Kremlin para aliarse con Estados Unidos en una confrontación global que está a la vuelta de la esquina. El enemigo no es Washington. Los rusos tienen a su peor “depredador” en su patio, con el aliento en el cogote… Deberían entenderlo. Ahora el valor más práctico no es disimular.

Estas historias nunca tienen un buen final




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