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La Bayadera es un espectáculo de ballet impecable y mágico en cada uno de sus recursos y talentos.
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La Bayadera es un espectáculo de ballet impecable y mágico en cada uno de sus recursos y talentos. (Foto: Fuente externa. )

La Bayadera, ballet que hace la diferencia en la danza de 2017

Por José Rafael Sosa
lunes 16 de octubre de 2017, 12:17h
Danza clásica que anota una inexorable diferencia estética y de producción indudables en la danza para 2017.
Santo Domingo.- La Bayadora, es un ballet clásico consagrador para cualquier compañía de ballet que se respete.

Es un creativo montaje que tiene música de Ludwig Minkus, basado en dos dramas del poeta indio Kālidāsa y libreto Serguéi Judekov y Marius Petipa, (quien además creó la coreografía) y se estrenó en el Teatro Bolshói Kámenny de San Petersburgo el 23 de enero de 1877, estableciendo sin lugar a dudas mundialmente primero a Lev Ivánov, haciendo a Soros y luego a Anna Pávlova en 1902, haciendo a Nikiya y Rudolf Nuréyev en 1958.

La Bayadera es un ballet clásico que los directores de ballet del mundo respetan por sus exigencias estéticas y de producción. Se trata de un ballet fundamental del repertorio de las compañías de danza clásica y de especial utilidad para enseñar las actuaciones de masas de danzantes.

Son muchos los factores que hacen pensar a más de un director, antes de decidirse por interpretar La Bayadera: la cantidad de danzantes y la tierna, intensa e incesante coreografía, concebida originalmente por el bailarín y director francés Marius Petipa , considerado por la crítica como el Padre del Ballet Clásico, sobre todo cuando se involucró, dejando a la Gran Francia, con el arte ruso de la poesía en movimiento corporal. Alina Abréu es una de las directoras que no lo dudó mucho y que tras acercarse a la pieza como proyecto, se convenció de que había que hacer su montaje para la historia del buen ballet dominicano,
La Bayadera logró, en el Teatro Nacional, el fin de semana, establecer un hito en la danza de primer nivel que se hace en la República Dominicana.

El montaje transmite la magia de la época que retrata, el tiempo y la atmósfera de la India Imperial, marco – reproducido con altísima consistencia estética de vestuario y danzario, a una historia de amor en dos actos, que logran, al final de montaje, esa sensación del valor universal que puede llegar a tener el arte del cuerpo en movimiento.

Meses de trabajo, junto a una considerable cantidad de recursos de producción, debe haber costado este cuidado espectáculo, que embriaga buenamente vista y consciencia.

Los fuertes renglones del éxito de este trabajo son: sobre todo la coreografía (Marius y Lucién Petipa, en versión de Alina Abreu), el poder de la historia, la perfección vestuario, peinados y accesorios (Magalys Rodríguez) y la iluminación (diseño de luces de Bienvenido Miranda y Efyciencia); la limpieza y poder del sonido (Chips Limited) además de los efectos especiales.

La sobria y profesional escenografía de que evita facilismos, enrumbándose por la ruta difícil y cuesta arriba de transmitir la realidad de aquellas masas escenográficas para convencernos de que estamos realmente ante el ambiente de palacios y columnas, de fuentes y lenguas de fuego. Lo mejor de Fidel López en este año.

El aplauso al final del segundo acto, fue más que agradecimiento por el desborde de calidad danzaria, una forma de ver que el país cuenta con una comunidad entregada seriamente a un arte difícil, exigente, expresivo y trascendente.

Fue La Bayadera una compensación necesitada, ante tan malas noticias que nos abruman en estos días.

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